(Dt. 33:2).49 Es concebible que la tradición oral preservase esta información para uso de Esteban, de Pablo y el escritor de Hebreos. El texto indica que Dios fue quien en realidad habló, aun cuando recurriese a sus mensajeros, los ángeles. La Palabra—es decir, la ley del Antiguo Testamento—era obligatoria porque tras esta Palabra se encontraba Dios, que formalizó un pacto con su pueblo en el Monte Sinaí. Es Dios quien le da validez normativa a su Palabra, puesto que él es fiel a su palabra.50 El
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